CUENTAS SUS CREENCIAS, SUS DRAMAS Y SUEÑOS
Hace dos meses arribó al mercado Cardonal un nuevo
trabajador, proveniente de uno de los países más conflictivos del Caribe,
Haití. Acernio Saine decidió dejar, a raíz de los problemas internos, la cuna
que lo albergó durante más de 30 años.
Después de un paso por Antofagasta, decidió probar suerte
en Valparaíso, específicamente en la Iglesia Corazón de María, ubicada hacia el
final de la calle Uruguay, en donde profesa el cristianismo, una de las dos
religiones con más llegada en el país caribeño.
Allá en su país la vida de Acernio transcurría como un
trabajador de la construcción. Hombre de buena conversación, cuenta que allá su
pastor cristiano lo recibía, casi todos los días, para entablar un diálogo. Las
casualidades de la vida quisieron que una iglesia, también, lo recibiera aquí
en su búsqueda de una vida más justa. Mismo lugar conocido por todos como
"La casa del migrante".
"Bienvenido migrante, tu llegada favorece el
desarrollo y crecimiento de nuestra ciudad". Así reza uno de los tantos
carteles que hay, pegados en la iglesia, para dar la bienvenida a los
haitianos. "En nuestro país, y como en todo el mundo, hay dos fuerzas que
chocan entre sí, el bien y el mal. Uno está representado por Dios y otro por el
demonio. Yo no puedo robar porque eso está pensado por ley divina.
Inmediatamente al robar pasas al lado oscuro de la historia", cuenta
Acernio.
Para él, la mayor parte de los cuentos que giran en torno
a su país son simples mitos. Salvo el hecho de que hay, todavía, quienes creen
en las santerías y en el famoso vudú. A mi no me gustan esas cosas, dice, pero
hay quienes creen.
De los más de veinte haitianos que se hospedan en la
"casa del migrante", ninguno cree en la santería. Todos son
cristianos. Sin embargo, aseguran que la relevancia de la tradición del vudú se
remonta a 1791, año en que comenzó la revolución que terminó por independizar
al país de los franceses. "Cuentan las historias que la revolución se
gestó a base de brujerías y santerías que terminaron por expulsar a los colonos",
sostiene Acernio. En cambio, para el diplomático haitiano, Glodel Mezilas,
"fue una revolución anti-sistémica en el sentido de que puso en entredicho
la lógica colonial racista y esclavista, que el mundo occidental impuso al
continente americano".
Ya no basta con rezar
Sea como sea, las crisis políticas vividas en el país
caribeño, han sido el punto de partida de uno de los procesos migratorios más
relevantes del último tiempo. Según un informe de la Policía de Investigaciones
de Chile, más de 41 mil haitianos han llegado a nuestro país, entre 2013 y
2016.
Acernio Saine es uno de ellos. Y las peripecias por las
que ha tenido que pasar son muchas. "Un viernes 16 de septiembre de 2016
llegué a este país. Si bien mi destino era Antofagasta por cuestiones de
trabajo, tuve muchos problemas ahí. Sobre todo por los malos patrones con los
que tuve que lidiar. Explotadores. De hecho uno de ellos me quitó el pasaporte
y no me lo devolvió. Fue el mismo que, tiempo atrás, me había prometido un
trabajo por un sueldo fijo y cuatro raciones de alimentos diarias, sin que nada
de eso se cumpliera. A pesar de que lo demandé por lo del pasaporte, aún no
obtengo respuesta", narra.
Lo que más quiere es arraigarse, cuestión imposible para
algunos, producto de los precarios trabajos a los que deben acceder y lo
complejo que les resulta aprender el español. "Cuéntale los problemas que
han habido con nosotros", le piden en idioma creolé sus compañeros
migrantes, todos ellos con menos de un año en nuestra ciudad.
Lo que más les complica en este momento, es la dificultad
que han tenido a la hora de sacar sus documentos, sin los cuales no pueden
ejercer un trabajo decente. Además, está el problema de la discriminación, a
pesar de haber sido bien recibidos en la iglesia. "Hay muchos que se fijan
primero en el color de piel antes que en los conocimientos o el esfuerzo",
dice Acernio.
Por ahora Acernio Saine pasa sus días con sus compañeros
del mercado Cardonal, entre frutas, verduras, cargas y risas. Esperando
fervientemente el día en que pueda arrendar un lugar en donde recibir a su
pareja, Divosia, y a su hijo Schesneison Saine, y poder establecerse como
familia en nuestro país.
Sebastián Mejías Oyaneder - La Estrella de Valparaíso
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