EL MISTERIO QUE AGATHA CHRISTIE SE LLEVÓ A LA
TUMBA
La reina del crimen desapareció durante
11 días en diciembre de 1926. Tras una intensa búsqueda, la encontraron en un
hotel con nombre falso. ¿Sufrió una pérdida temporal de memoria? ¿Fue una huida
frustrada? Nunca se supo
El 12 de enero de 1976, hace
ahora cuarenta años, Agatha Christie fallecía a los 85 años en su residencia de
Wallingford, en el condado de Oxford. La novelista británica, que desafió en
ochenta puzzles policiacos a las mentes de millones de lectores, murió
pacíficamente un año después de su célebre personaje Hércules Poirot tras una
«buena vida», según ella misma dejó escrito en su autobiografía. No crimen ni
veneno en su muerte, pero se llevó a la tumba un misterio que mantuvo en vilo
al mundo en diciembre de 1926. Aún hoy se especula qué pudo ocurrir aquellos
once días en los que la entonces joven escritora con una prometedora carrera
como novelista desapareció de su casa sin dar explicaciones.
«¿Estará viviendo alguna de
sus novelas?», se preguntaba ABC en las páginas de sucesos del 8 de diciembre
de 1926. «Mistress Agatha Christie, conocida escritora y autora de novelas e
historias de detectives, ha desaparecido y hasta la fecha la Policía la busca
inútilmente. Mistress Christie salió en su automóvil de su casa en Sanningdale,
en Berkshire, a media tarde y fue vista poco después en Newlands Corner, en
Surrey. A la mañana siguiente se encontró el automóvil abandonado en dicho
lugar», rezaba la nota del diario que apuntaba a renglón seguido que la
novelista había «tenido recientemente grandes desórdenes nerviosos». «Se la
busca con actividad en todos los alrededores y varios aeroplanos vuelan bajo
por los bosques y los campos», concluía subrayando la intensa búsqueda que se
inició tras su desaparición.
Agatha Christie había escrito
ya varias novelas policiacas y acababa de publicar «El asesinato de Roger
Ackroyd», la obra que rompió todas las reglas de la novela policíaca y la lanzó
a la fama, pero atravesaba difíciles momentos en su vida privada. Su madre
había muerto y su tristeza se agravó al descubrir que su marido Archivald
Christie se había enamorado de una joven con la que jugaba al golf, Nancy
Neale.
«Fue un matrimonio muy feliz.
Luego, al cabo de once años, mi marido se enamoró de una muchacha y desapareció
de casa», contaría años después la novelista. Agatha no se encontraba en su
domicilio cuando Archie preparó la maleta y se fue a pasar el fin de semana con
otra mujer. Cuando regresó, se enteró de lo ocurrido y esa misma tarde, la
joven escritora de 36 años dejó a su hija Rosalind, de siete años, y la casa al
cuidado de las criadas y se alejó en su coche sin decir a dónde iba.
El vehículo fue encontrado
abandonado a la mañana siguiente en un terraplén a varias millas de distancia.
La policía encontró en su interior su abrigo de piel. Los periódicos dieron la
noticia con grandes titulares y especularon durante días con qué podría haberle
sucedido a la brillante escritora del crimen. Michael Gilbert, abogado y autor
de uno de los ensayos de la obra «Agatha Christie, primera dama del crimen»,
subrayaba que fue la mayor historia de la época. «Todo el mundo se preguntaba:
¿dónde está Agatha? Su farmacéutico comentaba a la prensa cómo Agatha y él
hablaban a menudo sobre los diferentes tipos de venenos y métodos de suicidios.
Incluso un periódico ofreció una recompensa de 500 dólares por alguna
información», relataba Nancy Mills en ABC en 1978. Hasta Arthur Conan Doyle
intentó ayudar en la investigación.
«Con el tiempo trascendió que
Agatha había viajado hasta la estación de Kings Cross, donde tomó el tren a
Harrogate y se registró en el Harrogate Spa Hotel bajo el nombre de Teresa
Neale», señala la web oficial de la escritora, empleando precisamente el
apellido de la amante de su marido.
Once días después de su
desaparición, un camarero del hotel la reconoció por las fotografías publicadas
en la prensa. El personal del hotel alertó a la policía y señaló que la señora
Christie había llegado en un taxi, al día siguiente de que se perdiera su
pista. Archie acudió a recoger a su esposa, pero ésta no le reconoció. «Agatha
no recordaba quién era», señala su biografía oficial, que apunta a una amnesia
temporal. Al año siguiente, los Christie se divorciaban.
SILENCIO
¿Sufrió una pérdida temporal
de memoria? ¿Fue una huida frustrada? ¿Un exitoso ardid publicitario para sus
novelas? Nunca se supo. Extremadamente celosa de su intimidad, la escritora
nunca habló de este misterioso episodio ni con sus familiares o amigos.
La historia fue llevada al
cine en la película «Agatha» con Vanessa Redgrave en el papel de Agatha,
Timothy Dalton en el de su marido y Dustin Hoffman en el de un periodista que
la descubre. No fue bien recibida por la familia. Su nieto Mathew Pritchard
afirmaba a ABC en 1978 que «no era necesario y resulta duro para la familia que
rueden una película basándose sólo en este pequeño periodo de la vida de mi
abuela».
«Nunca comentó nada y en su
autobiografía no hace mención de ello. Ni una palabra», subrayaba Pritchard,
que se preguntaba de dónde se iban a sacar la información para el guión porque
«yo soy su nieto y nunca he sabido la verdad sobre aquella desaparición».
El hoy presidente de la
Sociedad Agatha Christie volvía a responder el año pasado a Antonio Fontana en
una entrevista a la pregunta «¿Sabe qué ocurrió?» de forma contundente. «No.
Probablemente fuese una pérdida de memoria de alguna clase».
Para el médico y escritor
británico Andrew Norman, autor de una biografía sobre la reina del crimen
titulada «The finished portrait» («El retrato acabado»), su comportamiento
responde a un «estado de fuga», un tipo de amnesia también llamado fuga
disociativa. Según el manual Merck «consiste en una o más salidas de una
persona de su casa repentina, inesperada y deliberadamente, durante las cuales
no recuerda una parte o la totalidad de su vida pasada y no sabe quién es, o
bien se da una nueva identidad».
«Muchas fugas parecen
representar el cumplimiento de deseos encubiertos (por ejemplo, escapar de un
estrés insoportable, como el divorcio o la ruina financiera). Otras fugas están
relacionadas con sentimientos de rechazo o de separación, o pueden proteger a
la persona del suicidio o de impulsos homicidas», explica la obra de medicina
general de de mayor difusión en al ámbito mundial.
Norman apunta a que Agatha
Christie «se hallaba en una situación suicida» y «su estado mental era muy
débil». «Ella mencionó eso luego, a través del personaje de Celia en su novela
autobiográfica «Unfinished portrait» (Retrato inacabado)».
ESTANCIA EN CANARIAS
La autora recibió tratamiento
psiquiátrico durante un tiempo y en 1927 viajó con su hija Rosalind a Canarias
en busca de sosiego tras su divorcio. «En realidad, lo único que anhelaba era
un matrimonio feliz. De eso estaba segura, como todas mis amigas. Presentíamos
la felicidad que nos aguardaba; ansiábamos amar, ser protegidas y queridas, sin
tener que variar nuestras costumbres, pero anteponiendo vida, profesión y éxito
de nuestro marido; como era nuestro deber. … Me educaron, por supuesto, como a
todas las mujeres de mi tiempo, con un gran rechazo al divorcio», escribió en
su autobiografía.
Christie terminó «El misterio
del tren azul» en las islas, que además sirvieron de ambientación para otros
dos de sus relatos: «El enigmático Mr. Quin» y «Mrs. Marple y los trece
problemas». Aquel triste episodio quedó atrás y la reina de la intriga continuó
con su negocio, el crimen, como relató el 19 de marzo de 1972, en un artículo
en ABC «en rigurosa exclusiva nacional».
Agatha Miller, como se llamaba
de soltera, conservó el apellido Christie con el que se hizo famosa aunque se
volvió a casar en 1930 con el arqueólogo Max Mallowan. «Compartimos nuestros
intereses y nuestras alegrías y, lo que yo creo más importante en un
matrimonio, compartimos nuestro común sentido del humor. Nuestra vida fue
alegre y llena de sabor», escribió Mallowan.
ABC -
MÓNICA
ARRIZABALAGA
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