COMO EN LAS PELICULAS ANTIGUAS
La noticia del descubrimiento de tres libros envenenados
en una biblioteca genera impacto y recuerda la obra "El nombre de la
rosa", de Umberto Eco.
Sucedió en la University Southern de Dinamarca y
afortunadamente no se registraron muertes tras consultar esos ejemplares
cubiertos por una sustancia tóxica.
La página web The Conversation devela cómo un grupo de
investigadores detectó que esos viejos textos, del siglo XVI y XVII,
presentaban una alta concentración de arsénico en sus portadas.
"Las cualidades venenosas de estos libros se
detectaron mediante la realización de una serie de análisis de fluorescencia de
rayos X (micro-XRF). Esta tecnología
muestra el espectro químico de un material al analizar la radiación
"secundaria" característica que se emite desde el material durante un
bombardeo de rayos X de alta energía", explican.
Rayos X, la
tecnología aplicada
"La tecnología Micro-XRF es ampliamente utilizada en
los campos de la arqueología y el arte, cuando se investigan los elementos químicos
de la cerámica y las pinturas", añaden el investigador Jakob Powl Holck y
el profesor asociado de física, química y farmacia Kaare Lund Rasmussen, los
dos máximos responsables de la investigación.
Los investigadores detectaron el veneno tras la realización
de una serie de análisis de fluorescencia de rayos X. El color verdoso de las
portadas alertó a los investigadores, que rápidamente se llevaron esos textos
al laboratorio: "Encontramos que los textos en latín de las tapas de estos
tres volúmenes eran difíciles de leer debido a una amplia capa de pintura verde
que oscurece las viejas letras manuscritas".
El veneno que presentaban estos tomos de temática
histórica, que datan de los siglo XVI y XVII y que están firmados por Polydorus
Vergilius, Johannes Dubravius y Georg Maior, aparentemente tenía como objetivo
eliminar insectos y roedores.
Según un ensayo científico firmado por Jakob Povl Holck y
Kaare Lund Rasmussen y publicado en The Conversation, aunque hay registros de
libros que "durante las épocas del contagio de enfermedades como la peste
o la tuberculosis" se les aplicaba este tipo de pigmentos para evitar la
propagación, "todo parece señalar que la imprimación verde en estos textos
era para unificar la portada", ya que estaba construida a partir de
fragmentos de pergaminos.
Tras el hallazgo, los tres volúmenes fueron almacenados
en cajas de cartón en un lugar seguro. Además, los investigadores planean
digitalizar los libros con el fin de minimizar la exposición al arsénico.
"No descartamos que pueda haber más, pero de momento en la Biblioteca no
hemos encontrado más arsénico", sentencia Povl. Fuente La Nación, Argentina
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