LA
MODA DE ASUSTAR A LAS PERSONAS CON UN DISFRAZ DE PAYASO TIENE UN MACABRO ORIGEN
REAL.
Si
bien es cierto que la palabra "payaso" ha ido tradicionalmente ligada
a la diversión, los buenos momentos y las risas, un halo de terror parece haber
cubierto este término multicolor. Hace varias semanas, apareció una moda en
Estados Unidos y Canadá consistente en vestirse con ropa de bufón -peluca
fosforito y nariz roja incluidas- para amedrentar y asustar a cualquiera que
tuviera la mala suerte de cruzarse con estos desagradables vecinos.
La
idea recoge al personaje de la serie "American Horror Story: Freak
Show", el escalofriante payaso Twisty, un sicópata asesino que se disfraza
de payaso para asesinar. La inspiración de Twisty es nada menos que John Wayne
Gacy, o "Pogo" el payaso asesino.
Casado,
con dos hijos y homosexual reprimido, a los 26 años intentó abusar de un
jovencito al que maniató. Todavía inexperto en esto de los asesinatos, el
jovencito se escapó, lo denunció a la policía y el bueno de Wayne fue a parar
con sus huesos en la cárcel. Lo condenaron a diez años de prisión, pero al
igual que en su vida pública, Gacy fue en recluso modelo y consiguió que, a los
18 meses de estar en prisión, lo dejaran en libertad. Salió el 18 de junio de
1970.
Tras
salir de prisión volvió a sus quehaceres, se reintegró y levantó un negocio
próspero que daba trabajo, cómo no, a los jovencitos del barrio. Daba fiestas
en su jardín a las que acudían las almas más piadosas de los alrededores, gente
de las asociaciones en las que Gacy trabajaba, como la Defensa Civil de Chicago
o los Jaycees, una especie de cámara de comercio para la juventud, y si todo
esto fuera poco, se enfundaba su disfraz de Pogo, un payaso más terrorífico que
divertido, y acudía en sus ratos libres a entretener a los niños de los
hospitales y orfanatos cercanos. Un buen disfraz sin duda: ¿Quién iba a pensar
que tras aquel payaso se escondía un violador, asesino y maníaco en potencia?.
John Wayne Gacy no era ningún portento de la belleza: era un tipo más bien
gordo y bajo, afable y, eso sí, con pinta de una muy buena persona. Cuando no
se hallaba ocupado en abusar y en hacer desaparecer a alguno de sus
trabajadores, salía de caza. Acudía a lugares de encuentros homosexuales, donde
seleccionaba a sus víctimas. Los llevaba a su casa, donde los maniataba,
torturaba, sodomizaba y, al final, estrangulaba. Agencias
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