PROYECTO CON DRONES PARA SU ESTUDIO Y CONTROL
Representaciones datan del 900
d.C. y abarcan 60 kilómetros a la redonda: arqueólogos pedirán protección del
lugar.
Casi invisibles y desgastados
por el tiempo, un grupo de 12 conjuntos de geoglifos realizados por los pueblos
tarapaqueños alrededor del año 900 después de Cristo (d.C.) se mantuvieron en
reserva del conocimiento público durante casi cuarenta años, ocultos en la
desolada planicie desértica ubicada entre los ríos San Salvador y Loa, en la
comuna de María Elena.
Los geoglifos -que abarcan un
área de 60 kilómetros a la redonda, cerca de Chacance- fueron descubiertos en
1978 por el experto en arqueología Claudio Castellón y el ex director del Museo
Regional de Iquique, Francisco Téllez Cancino. Cuando los hallaron, decidieron
mantenerlo en silencio para que los curiosos no se acercaran y, de paso,
terminaran destruyéndolos.
"Pero resulta que hace
poquito comenzaron a salir los 4x4 y la expansión minera en ese sector",
cuenta Castellón, quien señala que el paso del hombre ya destruyó
irreparablemente muestras de arte rupestre como en los geoglifos de Chug Chug.
"Si no fuera por gente de Santiago que vino a protegerlos, (se refiere a
la Fundación Desierto de Atacama) ahí estarían abandonados los geoglifos",
dice.
Según Castellón, quien junto a
un grupo de diez expertos trabaja en el lugar, estos geoglifos son únicos en la
Región de Antofagasta porque éstos están en planicie, no en los cerros. De ahí
que se mantuvieran tanto tiempo ocultos sin que nadie -excepto investigadores-
lo supieran. Desde Google Earth se podía ver algo, pero muy borroso. "Cada
conjunto tiene entre seis y diez diseños distintos, algunos alcanzan entre 40
metros y los más pequeños entre 15 y 40", dice el investigador.
Si bien existen tipos
circulares similares a los hallados en otras partes de la región, lo más
interesante es el hallazgo de diseños que aparecen en los cascos de los
guerreros tarapaqueños. "Los geoglifos fueron hechos por gente proveniente
de Tarapacá que vino a dominar los territorios atacameños, hubo luchas por las
fronteras de dónde iban a recolectar algarrobo", explica Castellón, al
teléfono con "La Estrella" desde Coquimbo, donde está trabajando en
un proyecto sobre La Pampilla de esa comuna de la Cuarta Región.
Protección
"Siempre se trata de
mantener estas cosas en reserva por el riesgo que significa que sean
pisoteados, con motos o a pie", explica el académico de la Universidad de
Tarapacá y Premio Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural de Chile
2012, Luis Briones. "Algunas han sido muy alteradas, algunas
irreversiblemente, otras casi intactas, pero es precisamente para no provocar
más daño", dice.
Briones trabaja junto a
Castellón en la investigación de estos geoglifos del Río Loa, y junto al equipo
de investigadores espera presentar los antecedentes a la intendencia de
Antofagasta para evaluar que el sector sea declarado "zona de alta
sensibilidad patrimonial", y así evitar que pasen los rally por acá, o al
menos fijar una ruta que no haga daños.
El problema es que si bien hay
una ley (la 17.288) que protege estas manifestaciones, en la mitad de la nada
es bien difícil que alguien esté permanentemente vigilando. "Los jeeperos
se ponen en las antiguas sendas indígenas, sin saber que está prohibido el
acceso", cuenta Castellón. Como muestra, dice que la ruta caravanera
Potosí-Cobija ya ha sido intervenida por el hombre. "Se necesita que estas
cosas tengan mayor protección en el hecho, no en la palabra", agrega
Briones.
Durante este tiempo, se han
unido otros profesionales al equipo investigativo, como la arqueóloga Catherine
Westfall e investigadores de Tocopilla y Calama.
Mientras tanto, el experto
Claudio Castellón cuenta que primero hay que determinar exactamente el área de
los geoglifos para comenzar con el trabajo de rescate del patrimonio, por eso
en agosto van a contar con tres drones para tener un catastro completo del
lugar. "No puedes proteger algo si no tienes la magnitud ni el tamaño, y
como están semiborrados no lo hemos visto. Con los drones lo vamos a poder ver
desde arriba y a lo mejor se van a hacer visibles", cuenta.
La Estrella de Antofagasta
Ignacio Araya Chanqueo
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