A
140 AÑOS DE LA MUERTE DEL EXTRAVAGANTE CUSTER
George
Armstrong Custer (New Rumley, Ohio, 5 de diciembre de 1839 - Little Big Horn,
Montana, 25 de junio de 1876)
Para
ningún lector le es desconocido que los americanos convierten sus derrotas y
fracasos en éxitos comerciales con el tiempo. Este episodio de la historia de
los Estados Unidos no ha sido una excepción.
Una
historia de este militar que se presenta siempre con el grado de General, graduación
que no es compartida por algunos historiadores (Teniente Coronel sería su
graduación correcta) como muchos otros detalles de la vida y el acontecimiento
donde murió este militar americano que lo denominaban popularmente como un “cazaindios”
La
fecha tope para que todos los indios estuvieran en las reservas era el 31 de
enero de 1876 y a los pueblos lakota, cheyenne y arapahoe sólo les quedaban dos
opciones, o resignarse y permitir que les llevasen a las reservas renunciando
no sólo a sus tierras sino a su forma de vivir para adoptar la forma de vivir
de los blancos, es decir, la muerte de su cultura, o presentar batalla, aunque
fuera desesperada y sin esperanzas de éxito.
Los
dos grandes jefes sioux, Toro Sentado y
Caballo Loco (hacia 1840-1877), este último protagonista de la célebre
Masacre de Fetterman en 1866 declararon la guerra a Estados Unidos aunque
sabían que sus posibilidades eran muy pocas. Caballo Loco reflejaba en sus palabras la perplejidad de los indios
ante la actitud de aquellos hombres blancos que no les permitían vivir cómo
siempre habían hecho "Ustedes, hombres blancos, trabajan si lo desean. Nosotros no los
interrumpimos, y siempre dicen: ¿Por qué no se civilizan? ¡No queremos vuestra
civilización! Viviremos como lo hicieron nuestros padres, y como los padres de
ellos lo hicieron antes".
En realidad, al presidente norteamericano no
le preocupaba que se civilizaran, lo que quería era sus tierras, las necesitaba
en una época de crisis económica como válvula de escape para muchos que se
habían quedado sin empleo y sin dinero. La expansión hacia el oeste era
imparable y los indios eran, utilizando un lenguaje propio de la diplomacia de
nuestro siglo XXI, "daños colaterales"
Custer
es de la época del Presidente americano Philip Sheridan quien estuvo
involucrado durante los años finales de las Guerras Indias en las Grandes
Llanuras, lo que en la opinión de algunos historiadores manchó su reputación
acusándolo de racismo y genocidio (también se ha indicado que Sheridan fue el
autor de la frase, "El único indio
bueno es el indio muerto"
La
derrota de Custer fue consecuencia de su orgullo y altanería al no escuchar a
sus guías indígenas que llevaba y haber disgregado su fuerza militar en tres
partes, además nunca imagino que los indígenas se habían agrupados y varias tribu están dispuestas a plantar guerra al los hombres blancos que deseaban
sus tierras. La derrota fue total y el 7ª Regimiento de Caballería exterminado
en esta batalla.
Los
detalles son dantescos en cuanto al trato de los cadáveres de los soldados
muertos. Los historiadores comentan desde una flecha atravesando el
pene de Custer, descabellamiento, desmembramientos, etc… También la leyenda
agrega a sobrevivientes entre la tropa que se dicen que huyeron lo cual no ha
sido nunca confirmado, lo que si se ha confirmado un caballo de nombre Comanche
que fue encontrado entre la tropa diezmada y que pertenecía a Myles Keogh,
capitán del 7º de Caballería. (Ver foto) Otras fuentes mencionan que pertenecía al trompetista del grupo de Custer
La
venganza del Gobierno americano no se hizo esperar. Los jefes de diferentes
tribu y sus seguidores que se rindieron con el tiempo y sobrevivían a las penurias del hambre, el frio y en
reservas vigiladas por soldados dada la desconfianza creada que permanecía entre los dos bandos fueron
exterminados poco a poco.
Por otra parte, parece bastante evidente que Caballo Loco acabó sus días de la forma
que él había profetizado, siendo sujetado por uno de los suyos. En este caso el
Judas parece que fue Little Big Man,
el pequeños gran hombre, quien le
había acompañado en muchas de las heroicas batallas de mitad del siglo XIX,
quien acabó inmovilizándole para que el soldado de nombre Gentles le clavara la bayoneta. Bien es cierto que en aquel
forcejeo había muchos testigos alrededor, cada uno con su propia versión de la
muerte de alguien tan importante para el pueblo indio. El General Bradley, el
jefe al mando en el fuerte Robinson, insistía en recluirle en una celda ya
herido de muerte. Y fue MacGillycuddy, el que consiguió al final convencerle
para trasladarle a la oficina de su ayudante, en cuyo suelo murió. Sobre si
habló o dejó de hablar, sobre quien estaba con él y donde acabó enterrado hay
tantas versiones como potenciales testigos.
Engañado
hasta el final de sus días y tratando de pensar siempre en el bienestar de su
pueblo maltratado y desposeído de sus tierras paso a la historia conjuntamente
con su rival George Armstrong Custer, unas vidas paralelas de ambos personajes
que hoy en día permanecen en la memoria de muchos norteamericanos y en el mundo
entero.
Si
el lector se adentra en la numerosa bibliografía que existe sobre este episodio
de la historia, verá que a pesar de haber pasado 140 años de lo comentado
ciertos acontecimientos y actitudes de los gobiernos vigentes y trato entre las
personas provengan del lado que sea (por ejemplo se habla del jefe sioux Nube
Roja que se presenta como vendido a los blancos en las reservas) nos hace
pensar que las biografías son peligrosas de interpretar más aún en situaciones límites
como estaban los indígenas ante la llegada masiva del hombre blanco a sus
tierras y los ruidosos “caballos de aceros” los ferrocarriles, que fue el final
de una época.
Recopilación de Pedro Rivas Roth
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