lunes, 18 de agosto de 2014

DESCUBREN EN MEXICO CIUDADES MAYAS NO REGISTRADAS

MÉXICO INEXPLORADO 

Un grupo de arqueólogos, encabezados por el esloveno Ivan Sprajc, descubrió en el estado de Campeche, sur de México, una ciudad maya perdida por décadas y otra de la que no se tenía ninguna noticia hasta ahora.

Ambos hallazgos fueron realizados en el sector norte de la Reserva de la Biosfera de Calakmul, en medio de la espesura de la selva de Campeche.
Según Sprajc, del Centro de Investigaciones Científicas de la Academia Eslovena de Ciencias y Artes, el rasgo más impactante de Lagunita, la urbe de la que se había tenido alguna referencia en el pasado pero no había sido hallada de nuevo, es una fachada zoomorfa.

Esta representa las fauces abiertas del "monstruo de la tierra", asociado en la religión maya con el inframundo, el agua y la fertilidad.

En la ciudadela se pueden hallar edificios monumentales dispuestos alrededor de varias plazas, incluyendo un juego de pelota y un templo piramidal de casi 20 metros de altura, así como 10 estelas y tres altares.

TAMCHÉN

El cuanto al centro urbano encontrado por primera vez, se denomina Tamchén (pozo profundo, en maya), y destaca por su gran concentración de chultunes (cisternas) en el centro cívico y ceremonial, algunos de profundidades inusitadas, así como por varias plazas con edificios voluminosos.

También se descubrió en el lugar un templo piramidal, con una estela y un altar en su base, que conserva partes considerables del santuario superior.


Ambos sitios, según los expertos, revestían cierta importancia a nivel regional como lo demuestran "las características arquitectónicas y los monumentos esculpidos, así como por la gran concentración de restos habitacionales en sus alrededores".

Estas localidades muestran varios elementos insólitos, que constituyen un reto para las futuras investigaciones en el área poco conocida en términos arqueológicos del oriente de Campeche.

Los hallazgos fueron difundidos a dos semanas de que la zona de Calakmul fuera inscrita doblemente en la Lista de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

El sitio fue incluido como bien mixto, en reconocimiento a su parte cultural, la Antigua Ciudad Maya, y natural, por sus bosques tropicales protegidos.

Calakmul, cuyo nombre significa "Dos montículos juntos", fue descubierta en 1931, y es la primera zona mexicana inscrita en ambas categorías, de los 32 sitios mexicanos contemplados en la lista de herencia de la humanidad del organismo internacional.


La Reserva de la Biosfera de Calakmul es la segunda mayor extensión de bosques tropicales en América y los mejor conservados de la región, con un total de 723.000 hectáreas. 

Agencias

sábado, 9 de agosto de 2014

NIXON, UN PRESIDENTE TRANPOSILLO ....

El 9 de agosto de 1974 el presidente renunció a su cargo, acorralado por sus propias grabaciones en el «caso Watergate»
El presidente se levantó a las 7 de la mañana. Tuvo un rápido desayuno, firmó la carta de renuncia, de una única frase, y dijo adiós a sus colaboradores. Pasaban las 9 cuando entró en la Sala Este de la Casa Blanca para pronunciar sus palabras de despedida. «Había un aire de tristeza, como si alguien hubiera muerto. El presidente Nixon parecía espantoso.

Estaba próximo a las lágrimas. Todo el mundo en la sala lloraba», escribió en su diario George W. H. Bush, futuro presidente, que estaba entre el público como jefe del Partido Republicano. Al acabar de hablar, Richard Nixon caminó hacia el helicóptero que le esperaba en el jardín de la Casa Blanca y abandonó Washington.

Ese 9 de agosto de 1974 –Nixon había tirado ya la toalla el día anterior, comunicando por televisión al pueblo estadounidense su intención de dimitir a la mañana siguiente– fue el final de un proceso que comenzó dos años antes con el robo de documentación en la sede del Partido Demócrata, en el edificio Watergate.

Las investigaciones posteriores implicaron al entorno del presidente en esa acción. Lo que se descubrió fue una Casa Blanca «llena de mentiras, caos, desconfianza, especulación, autoprotección, maniobras y contramaniobras, con un retorcimiento que deja la serie «House of Cards» como algo poco sofisticado», ha escrito estos días el periodistaBob Woodward en «The Washington Post».

Woodward y su colega Carl Berstein, ambos del Post, fueron quienes más contribuyeron a destapar el caso, aunque el golpe mortal lo propinó la confirmación de un agente del servicio secreto, en su comparecencia ante la comisión del Senado que se ocupaba del caso, de que Nixon grababa secretamente las conversaciones que se realizaban en su despacho.

La negativa de Nixon a entregar las cintas de las grabaciones llevó a la intervención de la Justicia. El 24 de julio de 1974, el Tribunal Supremo obligó al presidente a dar las cintas, mientras el Congreso avanzaba un proceso de «impeachment» para juzgarle. Antes de que esto último se produjera, en cuestión de dos semanas Nixon anunció su dimisión.
Dispuesto a la ilegalidad

La decisión de grabar sus conversaciones y guardar las cintas, según Woodward, fue «la herida política autoinfligida con mayores consecuencias en la América del siglo XX». «La criminalidad, el abuso de poder, la obsesión con enemigos reales y percibidos, la cólera, el ombliguismo y la cortedad de miras revelados en esas cintas le dejaron abandonado por su partido y le forzaron a dimitir».

Las pocas cintas que entonces se hicieron públicas –se escogieron las que se presumían más comprometidas– bastaron para mostrar un Nixon dispuesto a la ilegalidad para espiar al contrario con tal de asegurarse la reelección de 1972 (su holgada victoria demostraría que eso había sido innecesario) y para tapar luego esas operaciones. Desde entonces, los Archivos Nacionales y la Biblioteca-Museo Nixonhan ido publicando más horas de aquellas grabaciones; lo han hecho también ahora al cumplirse cuarenta años de la dimisión del presidente.

Gran parte de esas nuevas transcripciones se recogen en «The Nixon Defense», un libro en el que John W. Dean, miembro del equipo de Nixon, que luego testificó contra su jefe en la comisión del «caso Watergate», anota y comenta seiscientas nuevas conversaciones del presidente. No constituyen ninguna gran revelación, pero confirman tanto el perfil mafioso de Nixon como el criterio de que nunca se sabrá todo su juego sucio y el de sus hombres.

En una de las conversaciones, Nixon comentó en 1973 a su jefe de Gabinete, Alexander Haig: «he ordenado que usen todos los medios necesarios, incluyendo medios ilegales, para cumplir ese cometido». Nixon se refería a la orden que había dado de espionaje sobre sus rivales. «El presidente de Estados Unidos nunca puede admitir eso», añadió, avisando sobre el pacto de silencio que observarse.

Otro libro con nuevo material es «Chasing Shadows», de Ken Hughes, que se centra especialmente en un episodio de juego sucio de Nixon anterior al «caso Watergate». En 1968, el entonces candidato republicano utilizó canales diplomáticos extranjeros contra los demócratas, alertando sobre planes del presidente Johnson en laguerra de Vietnam. Al llegar a la Casa Blanca, Nixon pidió a su equipo que recogiera información en toda la Administración sobre cómo Johnson, que no se había presentado a la reelección como presidente, había ayudado en las elecciones de 1968 al candidato demócrata,Hubert Hamphrey.

Nixon quizás hubiera podido evitar la defenestración política de haber destruido las cintas que grababa. Su obsesión le había hecho acumularlas. Aunque en algún momento ordenó a sus ayudantes que se deshicieran de ellas, cuando supo que estas seguían conservándose llegó a creer incluso que podrían exculparle, pues estaba convencido de que nunca había sido muy explícito ante el micrófono oculto. Se equivocaba. «Si hubiera destruido las cintas, habría sobrevivido, deslustrado, pero intacto», cree Dean.   

ABC _ España