No
fue Bingham, fue un peruano: conozca a Agustín Lizárraga, el verdadero
descubridor de Machu Picchu.
El
agricultor peruano Agustín Lizárraga llegó a Machu Picchu (Cusco) nueve años
antes que el estadounidense Hiram Bingham.
Nueve
años antes de que el antropólogo e investigador Hiram Bingham llegara a Machu
Picchu en 1911 y se proclamara su descubridor oficial, el agricultor peruano
Agustín Lizárraga ya se encontraba de pie sobre las ruinas de esta ciudadela
inca, sin saber de que estaba al frente de una de las siete maravillas del
mundo moderno.
Una
historia no contada por los libros de historia, pero sí por el escritor
cuzqueño, el ingeniero Américo Rivas quien a través de su libro "Agustín
Lizárraga: el gran descubridor de Machu Picchu" nos resume sus diez años
de ardua investigación sobre inéditos episodios del quien fuera el verdadero
descubridor de Machu Picchu, que en quechua significa ‘montaña vieja’.
De
acuerdo con el autor, en 1902, Lizárraga emprendió una expedición desde la
hacienda Collpani junto con su primo Enrique Palma Ruiz, administrador de la
finca, con el afán de encontrar nuevas tierras para cultivar productos de la
zona. Así empezó ese trajín por las cadenas montañosas del Cusco sin imaginar
que en la cima de un cerro, a unos 2453 m.s.n.m., encontrarían la ciudad inca
de Machu Picchu. Impresionado por aquel hallazgo, Lizárraga dejó su firma en
una de las paredes rocosas del templo de Las Tres Ventanas que quedarían
inmortalizados hasta la actualidad: “Agustín Lizárraga 14 de julio – 1902”.
Aquel
detalle, incluso, lo había recogido Bingham en sus diarios del viaje, pero a
diferencia del agricultor peruano que no contaba con el apoyo de la prensa y
amigos ilustres, el estadounidense lo consignó, reportó y publicó al mundo
entero un 24 de julio de 1911. Bingham se había consagrado como el descubridor
oficial gracias al apoyo del presidente estadounidense William Howard Taff, al
presidente de Perú Augusto B. Leguía, la National Geographic y la Universidad
de Yale.
El
ingeniero Américo Rivas aclara en su libro que el gran Lizárraga no solo era un
simple hacendado, era un agricultor “que sobresalía en su segmento social” y
que casualmente arribó a la hacienda Collpani, la cual perteneció a la familia
Ochoa, en busca de trabajo.
Según
la historia del cuzqueño, después de su primer encuentro con Machu Picchu,
Lizárraga recorrió todo el día en la ciudadela, husmeando palacios y demás
construcciones, que aún conservaban cerámicas en las hornacinas. “Cuando
bajaron y narraron lo que habían visto contaron que pareciera que la ciudad
había sido abandonada de golpe”, sostuvo Rivas durante una entrevista.
Si
bien el agricultor peruano no tuvo buenos contactos para difundir aquel
descubrimiento, contaba con familiares en Lima e incluso París, quienes
acudieron a la ciudadela en 1904 con motivo de una boda. Ese evento social
permitió que algunos de ellos subieran hasta la ciudadela. Sí, aquella visita
fue el primer viaje turístico hacia Machu Picchu.
Después
de la boda, los parientes de la familia Ochoa quedaron tan fascinados del
descubrimiento de Machu Picchu que lo publicitaron de boca a boca en Lima y
París, aseguró Rivas. Pero eso no fue suficiente para que todo el Perú lo
conociera. Lizárraga murió ahogado en el río Vilcanota en febrero de 1912, sin
proclamarse oficialmente como el verdadero descubridor de aquella ciudad de
piedra que el inca Pachacútec mando a construir en el año 1450. Lo que vino
después ya lo conocemos.
#MachuPicchu
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