jueves, 17 de junio de 2021

¿POR QUÉ CREEMOS EN TEORÍAS CONSPIRATIVAS?

        CREENCIAS DE HOY EN DIA ....

La Tierra es plana, los iluminati controlan el mundo, Paul McCartney es un doble y nunca llegamos a la Luna. Desde personas lagarto disfrazadas de celebridades, hasta gobiernos opresores que buscan el control social a través de dispositivos implantados en las vacunas. Las teorías conspirativas -las más fantasiosas o las más cercanas a la realidad- parecen estar tomando con los años una presencia importante en la opinión y comportamiento de las personas. Masificadas por las redes sociales, ofrecen una narrativa de apoyo para explicar aquellas cosas que no entendemos o nos incomodan de la realidad actual, o para darle un sentido a un mundo caótico que parece no tenerlo. ¿Es este un fenómeno especial de nuestro tiempo? ¿Se está transformando en un peligro para la sociedad?


Para Sara López, socióloga y candidata a Doctora en Ciencias Políticas, estas teorías conspirativas no son algo nuevo ni particular de nuestra época, sino algo intrínseco al ser humano. “Por esencia el ser humano busca explicaciones a los hechos que lo rodean. En la era primitiva mucho de lo que desconocían lo atribuían a la acción de dioses y fuerzas ocultas. Más adelante se volvieron comunes las leyendas sobre seres mitológicos y extraños. A partir del siglo XX muchos de los acontecimientos importantes y dramáticos comenzaron a ser atribuidos a pactos secretos, naciendo así el fenómeno de las teorías conspirativas. Para un número importante de expertos, a las personas les resulta más fácil creer en teorías que aceptar la realidad caótica y azarosa. En su búsqueda de sentido no se resignan a aceptar los hechos tal y como ocurrieron, sino que buscan la explicación oculta a lo ocurrido que satisfaga sus necesidades emocionales”.


La socióloga y astróloga Consuelo Ulloa, también conocida en las redes como Miau Astral, resume a las teorías conspirativas como toda aquella narración fantasiosa que se desarrolla en torno a ciertas coyunturas sociopolíticas y culturales, con el objetivo de poder darle una explicación. “Las que más me parecen imperantes en estos tiempos son las teorías relacionadas con el control y la dominación de las personas a través de dispositivos como las vacunas y el 5G, que se entrecruzan con teorías que involucran a políticos, empresarios y extraterrestres”. Considera varias razones para entender la masificación de estas teorías alternativas a la ciencia empírica, entre ellas una crisis de confianza, el pánico colectivo y el avance del poder subjetivo que han otorgado las redes sociales. “A mi parecer, la desconfianza en las instituciones como mecanismos de participación, representación y solución de los problemas de la vida, más la sensación de poder individual que nos ha entregado el neoliberalismo, nos da la falsa idea de que tenemos el poder y potestad de acceder y difundir toda la información que queremos, cuando no es así. El sistema neoliberal, además, privatiza el acceso a la calidad de la educación y la difusión del conocimiento científico, por lo que la información no se está bajando de manera democrática a las personas, lo que fomenta sin duda la ignorancia”. Así también lo cree Sara: “Este fenómeno de la desconfianza vendría a ser una consecuencia de los cambios propios de la posmodernidad, donde las instituciones tradicionales como gobiernos, partidos e iglesia van perdiendo credibilidad y dejan de ser pilares en la búsqueda de sentido de las personas. Y hay que sumar un elemento clave, como es la expansión de la globalización, los medios de comunicación y las redes sociales, que permiten que la información fluya de manera rápida, llegando a miles de personas. Hoy, cualquier persona con internet puede difundir ilimitadamente sus ideas acerca del mundo y los acontecimientos que nos rodean. Lo que antes podía ser un rumor en la escuela o barrio, ahora es un viral que alcanza millones de reproducciones”.


Como contraparte, Teresa, de profesión bailarina, quien prefiere mantener su anonimato para no ser atacada por su postura, si bien no cree en teorías conspirativas extremas, sí considera importante cuestionar la realidad. Observa una tendencia actual de las personas a buscar otras respuestas no oficiales a las interrogantes actuales, y eso le parece legítimo. Respecto a la situación actual de la pandemia, cree en la teoría de que el virus fue hecho en un laboratorio y que la vacuna fue diseñada con un propósito diferente al que pensamos. “Generalmente se le da mucha importancia al conocimiento racional y el intuitivo queda relegado a un segundo plano o a una especie de caricatura. A veces tengo la percepción personal de que todo esto es muy extraño y a la vez que hay muchos intereses involucrados; eso me hace pensar que esta teoría podría tener algo de sentido. Pero frente a esta mirada hay mucha intolerancia, presión e incluso discriminación”.  Teresa también cree que vivimos un momento particular de incertidumbre, pero al contrario de lo que piensa el resto –que el ser humano tiende a inventar teorías para sobrellevar esas incertidumbres– cree que el ser humano se aferra a las versiones oficiales porque es más fácil y se siente cómodo y seguro allí. “Pero las personas hoy están teniendo más conciencia, e indagando más acerca de lo que consumen, a nivel de alimentos, información… Hay más medios también por los cuales obtener información. Y a lo mejor alguien más como yo, siente que hay algún ‘gato encerrado’ tras un conflicto de interés, debido a la naturaleza que a veces muestra el ser humano”.


Sensato o no, lo cierto es que estas teorías alternativas a las voces oficiales están causando preocupación en las instituciones, al punto en que en algunos países o redes sociales bloquean las cuentas o sitios donde esta información es difundida. Respecto a esto, Sara cree que es un tema controversial, porque supone una restricción a la libertad de expresión. Así también lo cree Consuelo, quien no es partidaria de la censura. Sin embargo, ambas muestran preocupación en las repercusiones que pueden estar teniendo estas teorías en la capacidad de decisión de las personas. “Creo que antes de generar una campaña del terror antes estas visiones de la realidad, es importante generar campañas de educación a través de los medios de comunicación, para contrarrestar los efectos nocivos de la desinformación”, dice Consuelo. Sara, por su parte, sí cree que en ciertos casos se debe cuidar a la población, como en el caso de las teorías sobre el Covid-19. “Pienso que la protección a la vida de las personas debe estar en primer lugar. El boqueo debería ser solo contra las teorías que pongan en peligro la salud o vida de las personas”.


Pero aun cuando exista la idea de restringir aquellas ficciones, conjeturas o hipótesis sobre cómo funciona el mundo, la voluntad creativa del ser humano para entender su entorno es algo imposible de controlar. Así lo reflexiona el escritor de ciencia ficción Francisco Ortega, quien define el fenómeno como una suerte de “nuevo folklore”. “No hay matemáticas para la psiquis humana, la ciencia del comportamiento no puede reducirse a números exactos, la manera como actuamos puede cambiar de un minuto a otro ante estímulos externos. Por eso creamos religiones, mitos, folklore y conspiraciones. Las necesitamos, aunque no creamos en ellas; las necesitamos porque de otra manera no podríamos dormir tranquilos, aunque parezca contradictorio. Lo cierto es que no podemos escapar a las teorías de conspiración. Están ahí, son parte de la civilización humana. La razón por la cual levantamos templos, pirámides y rascacielos”. Y como dice otro escritor de ciencia ficción, Alan Moore: las teorías conspirativas nos reconfortan porque la verdad del mundo es caótico. “No es la conspiración de la Banca judía, ni de los alienígenas grises, ni de reptiloides de 12 pies de altura que controlan desde otra dimensión. La verdad es más aterradora, nadie tiene el control. El mundo carece de timón”.  

Catalina Infante y Collage: Tamara García

Fuente: La Tercera

 


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