SE VAN A CUMPLIR 80 AÑOS DE UN EPISODIO NUNCA ACLARADO EN LA VIDA DE ESTE PIONERO DE LA AVIACION MUNDIAL
Ochenta
años después de que fuera considerado el ‘secuestro del siglo XX’,
su resolución continúa siendo un misterio. El hijo pequeño del
famoso piloto Charles Lindbergh, el héroe
americano que logró sobrevolar en solitario
el Atlántico en 1927, había desaparecido. El suceso protagonizó las portadas de
la prensa mundial y traspasó las fronteras de la estremecida sociedad
americana, conmoviendo al mundo. La verdad de los hechos acaecidos el funesto 3
de abril de 1936 parece destinada a seguir siendo un misterio….
Todo
empezó el día 1 de marzo de 1932. Alrededor de las 21 00 h. el pequeño Charles
Augustus Lindbergh, Jr., de apenas veinte meses de edad, se encontraba en el
segundo piso de la residencia de sus padres cerca de Hopewell, Nueva Jersey. La
niñera descubre su desaparición e informa de ello a sus padres. En el alféizar
de la ventana se encuentra una nota derescate exigiendo 50 mil
dólares. La Policía del Estado de Nueva Jersey,el FBI, investigadores privados contratados por su
padre e incluso miembros del hampa como Al Capone se afanan en
encontrar al bebé infructuosamente. Finalmente, el 12 de mayo se produce el
trágico desenlace: el cadáver de un bebé aparece en
los alrededores de la vivienda.
El bebe secuestrado y asesinado
El
cadáver de un bebé apareció junto a la residencia de los Lindbergh dos meses
después de su secuestro. La precipitada identificación la llevaron a cabo un
forense, que ni siquiera estableció su sexo, y un padre presa del dolor pero,
¿era el pequeño Charles?
El
cuerpo fue accidentalmente descubierto por un camionero, que lo encontró cerca
de la carretera a tan sólo unos kilómetros del lugar de su desaparición. Se
hallaba medio sepultado, presentaba un avanzado estado de descomposición, la
cabeza estaba aplastada, tenía un agujero en el cráneo y le faltaban algunos
miembros. El informe del forense, que lo analizó muy
superficialmente sin siquiera determinar su sexo, se limitó a
determinar que había muerto hacía unos dos meses y que la muerte fue causada
por un golpe en la cabeza. La madre del pequeño, que había sido atendida
reiteradamente aquejada de agudas crisis nerviosas,no quiso examinar el
cuerpo, y Lindbergh, turbado, lo revisó
superficialmente. No se realizó autopsia alguna y
fue incinerado pocas horas después.
Las investigaciones
prosiguieron sin tregua. Finalmente el 19 de octubre de 1933 el FBI por
mediación del presidente Roosevelt, adjudica
al director del FBI, J. Edgard Hoover, jurisdicción
absoluta sobre el caso. El 14 de septiembre de 1934, Bruno Haupmann es detenido en Nueva York: había utilizado un
billete de 10 dólares cuya numeración coincidía con la cantidad del rescate
entregado por Lindbergh en una gasolinera y, tras realizar un registro en su
vivienda, se encontraron en su garaje 15 mil dólares. Haupmann, carpintero
alemán que se hallaba en el país en condición de inmigrante ilegal, alegó en su
defensa que tal cantidad pertenecía a un compatriota fallecido durante su
exilio en su país de origen. Tras un largo proceso que ocupó las primeras páginas de la prensa internacional
y dos apelaciones del acusado, que fueron rechazadas, Hauppman fue ejecutado en la silla
eléctrica el
3 de abril de 1936.
Más
de cuatro décadas después, el mes de febrero de 1981 dos periódicos de Nueva
Jersey recuperaban en sus páginas el escabroso suceso. ElHunterdon Democrat y el New Brunswick News afirmaban que los archivos de
la Seguridad Federal norteamericana contradecían los testimonios que condujeron
a la condena de Haupmann. En concreto, de esos documentos se concluía que
Hoover informó a la acusación de importantes datos que esta
obvió deliberadamente y que habrían
demostrado la inocencia de Haupmann, defendida por él mismo hasta el último momento. El reo incluso
había rechazado la conmutación de su condena a muerte a cambio de su reclusión
a cadena perpetua. Su esposa siempre afirmó que se hallaba con él en el momento
de los hechos. El jefe del FBI refutaba la validez de las pruebas grafológicas,
auditivas e incluso testimoniales, afirmando que muchos de los testigos de
cargo habían actuado bajo coacción policial. Hoover se atrevía a afirmar que
todo el proceso se había basado en meras pruebas circunstanciales.
La magnitud de los hechos le impactó hasta el punto de llevarle a impulsar la
creación de la ley Lindbergh que hizo del
secuestro un delito federal.
Según ambos diarios, los archivos del FBI
demostraban que la patente hostilidad entre los agentes federales y la policía
de Nueva Jersey habían condenado irremediablemente a Haupmann.
En
ese mismo año aparecieron dos supuestos
‘hijos’ de Lindbergh : Kenneth Kerwin y
Harold Olson. Ambos afirmaban que sus objetivos no eran pecuniarios, solo
deseaban esclarecer los hechos y conocer su verdadera identidad. Un tribunal de Hawai invalidó
las pretensiones de Olson, a instancias de la viuda de Lindbergh.
¿Se
ajustició a un inocente? El caso sigue abierto.
12/05/2012 00:00 | Actualizado a 02/02/2015 13:04
La Vanguardia
Archivos IIEE de Chile
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